SANACIÓN


Si existe un término que nos sirva de ejemplo para explicar la relatividad del tiempo, creo que debería ser el que da título a estas líneas. La sanación es desde mi punto de vista, un viaje en el tiempo hacia el y a la vez un trampolín hacia el futuro, que se trabaja desde el presente; una acción en la que confluyen pasado, presente y futuro.
El pasado porque de inmediato vamos a tratar de pensar cual fue el origen de aquello que queremos sanar: desde si es una gripe, para tratar de entender cuando fue que nos contagiamos, hasta si estamos hablando de un dolor profundo que tal vez hemos querido dejar archivado entre nuestros recuerdos, pensando que al ignorarlo desaparecerá, cuando lo que esta esperando es a que hagamos conciencia de que existe y podamos trabajar en pro de que pueda sanar.
Se trabaja desde el presente, porque el pasado apenas nos ayuda a identificar algo, es decir, se convierte en un simple punto de referencia y gran parte de aprender a sanar, incluye el hecho de entender que el pasado es tan solo eso y que todo lo que tenemos es nuestro presente. Y una vez hemos hecho conciencia de aquello que necesitamos sanar, y donde se localiza el origen de ello, podemos trabajar para entender cual es la lección que para nosotros tenia esa circunstancia puntual, y como podemos aplicarla en este momento de nuestra vida para tratar de vivir mejor y más tranquilos. Puede que haya sido hace mucho tiempo, si este mensaje esta llegando a tu vida aquí y ahora, es porque precisamente ha empezado el momento de sanar.
Y es un gran impulso para nuestro futuro, porque al sanar nos transformamos, es absolutamente imposible ser los mismos luego de sanar una herida, una dolencia física o emocional. Piensa en aquellas veces que te raspaste la rodilla jugando en el parque con tus amiguitos, seguro salía un poco de sangre, tal vez llegaste a llorar, y luego cuando llegabas a casa, alguien en tu familia te ayudaba a sanar; una vez hecha la curación, esperabas un día o dos para que se formara en la superficie una pequeña cascarita, bajo la cual se formaba nueva piel, y luego de algunos días más, ya no había ni rastro de dolor, y tal vez quedaba una diminuta cicatriz que poco a poco se disimulaba cada vez más.
Nos transformamos, porque luego de cada herida nace de nuevo nueva piel y el dolor quedaba atrás, pero también aprendíamos la lección y seguro trataríamos de no volver a caer de la misma forma o en el mismo lugar. Sanar nos transforma.
Evidentemente hay heridas más complejas que otras, situaciones que pueden ser más difíciles de sanar ya sea porque son muy grandes, llevan mucho tiempo con nosotros, o sencillamente sucedieron en un momento donde éramos demasiado vulnerables; sin embargo, la dinámica en el fondo puede ser la misma, ya que si inevitablemente sanar nos va a transformar, lo ideal sería que en ese proceso de sanación que emprendamos, podamos enfocarnos en convertir aquello que nos dolió, en un impulso para nuestro futuro, y una mejora para nuestro presente, no en una oscura sombra del pasado que nos impida ver la luz de nuestros días.
Date la oportunidad de sanar, todos tenemos algo que mejorar, algo que superar, algo que nos gustaría sanar, y es importante tenerlo claro porque siempre viene bien algo de ayuda, así que niegues la posibilidad de descubrir lo fuerte que te ha hecho aquello que en algún momento dolió, y permítete encontrar para tu vida un poquito de sanación.
Zalman Ben-Chaim