UN AÑO MÁS

Por segundo año consecutivo, la vida se las arregló para que el principal motivo para celebrar fuese el estar vivo, uno que debe estar siempre presente porque hace parte tanto de la cotidianidad más obvia como de un estado de conciencia al menos medianamente despierto, pero de vez en cuando, la vida se las arregla para que a través de sus triquiñuelas hagamos conciencia de lo importante por encima de lo urgente, para que pongamos en orden nuestra mente y la vida misma.
Obviamente no es nada fácil de hacer, pero en medio de un entorno festivo, donde para muchos el ritmo de las actividades disminuye, y se mezcla con la euforia colectiva por el cambio de año, al menos logramos identificar aquellas cosas en las que nos quisiéramos enfocar… de ahí a hacerlo es otra historia.
Pero tal vez es una historia que deberíamos procurar cambiar, decirle basta a las modas pasajeras, a los rituales amañados y llenos de apropiación cultural, y a estar cambiando el año a la lista de propósitos o las fechas para cumplirlos sin realidad movernos para verlos hechos realidad.
No hay deidad, ciclo lunar, conjunción planetaria, aceite esencial, marca de ropa, tipo de licor, destino de viaje o cantidad de dinero que pueda borrar la consecuencia de nuestros actos o la ausencia de ellos, es decir, la magia que esperamos depende de la manera en la que actuemos, no de lo que nos queramos imaginar mientras inmóviles esperamos a que suceda.
Tal vez deberíamos enfocarnos precisamente en eso, en mantenernos activos, enfocados y con propósito, para que no sea un año más, sino que pueda ser mucho más que un año, una vida entera que nos obligue a repensar nuestros nuevos propósitos por haberlos cumplido, que nos lleve a actuar en grande y soñar sin límite, donde podamos contribuir y multiplicar la felicidad de muchos más, y no quedarnos pensando solo en lo que nos resulta cómodo o satisfactorio para nosotros.
Podríamos celebrar el estar vivos -creo yo- tratando de ser cada día más empáticos, de conectarnos de una manera más real con quienes nos rodean, y entender que aunque tengamos roles diferentes, esa conexión existe para ayudarnos -mutuamente- a mejorar. Al final, somos lo que dejamos en el corazón de los demás, y para dejar una huella dulce y amorosa, no necesitamos que cambie el calendario, o que pase un año más.