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LA VERDAD

Por: Schneur Zalman Ben-Chaim

Aún con la dificultad que puede implicar, tratar de rodearnos de verdad para cada aspecto de nuestra vida, es un esfuerzo que trae grandes recompensas, una de las principales, es la tranquilidad y armonía que se genera en nosotros al poder vivir en un estado de paz mental inigualable. Y no es fácil ya que implica grandes esfuerzos y como toda decisión, también implica renuncias, pero muchas veces necesitamos tener el coraje para decir “no” muchas veces cuando buscamos un gran “sí”, y no queremos actuar de manera contradictoria para con nuestra tranquilidad, al final, no merecemos menos de lo que somos y valemos.

La situación se complica aún más cuando tratamos de diferenciar entre esa delgada línea que define aquella verdad que está dada por los hechos; la honestidad con la que se aborda el camino a la verdad; y las opiniones que se puedan tener frente a determinada situación, actuación o hecho particular.

Si realmente valoramos la verdad, su rol en nuestra vida, y la manera en la que esta potencia nuestro propósito superior al brindarnos un estado de tranquilidad que no es el fin último, pero que nos permite tomar mejores decisiones en el camino para lograrlo, es importante entender que las opiniones (y hablo de aquellas que tenemos de nosotros y/o las nuestras frente a lo que vivimos) son el resultado de nuestro sistema de creencias, y pueden ser un gran distorsionador para la verdad.

Somos animales de hábitos, y cuando hacemos algo repetidamente, lo convertimos rápidamente en parte de nuestro sistema. Aplica desde la acción reflejo en la que se convierte después de un tiempo conducir, como decir “por favor” y “gracias” cuando hablamos con cualquier persona, así mismo pasa cuando alguien se acostumbra (tal vez por inseguridades internas o miedos externos) a ocultar su manera de actuar, mentir o enredar en su manera de hablar y engañar, dado que es un hábito que ha adquirido y ha reforzado desde su sistema de creencias, le parece normal, natural o inofensivo hacerlo. De hecho, su sistema de creencias puede estar tan arraigado que cree que no tiene nada de malo, y logran tal fuerza interior, que son capaces de callar esa voz que les recuerda que eso no es verdad, o incluso pueden llegar a pensar que esta bien mentir, porque así lograrán manipular la situación o peor aún, buscan justificar esa manera de actuar como una forma de no hacerle daño a los demás.

Ese es el camino fácil, pero jamás será duradero, ya que nunca soluciona nada de fondo, todo resulta ser un pañito de agua tibia hasta que por otro lado sigue creciendo y al final, si no hay correctivos reales, puede condenar a la distancia, y soledad.

Transformar nuestras creencias no es fácil, pero no es difícil ni mucho menos imposible. La vida, siempre se encarga de alguna extraña manera de facilitarnos herramientas que nos permitan hacerlo, a veces en forma de personas que nos confrontan, otras que nos dan ejemplo, o situaciones que se convierten en oportunidades para lograrlo, además siempre tenemos ese recordatorio interno que nos dice que algo no está del todo bien.

Allí entra el segundo elemento, y es la honestidad con la que se aborda el camino que recorremos para conectarnos con la verdad, porque en ese proceso que emprendemos para hacernos conscientes de como nuestras creencias pueden estarnos jugando en contra (por más bonitas y cómodas que parezcan), podemos reconocer de manera honesta y transparente que esas opiniones que se generan y que luego derivan en acciones, no son la verdad absoluta. Al conectarnos honestamente con nuestro entorno, al ser transparentes frente a nuestro actuar, estaremos dando el paso más significativo para transformar nuestra realidad, porque de esta forma estamos construyendo conexiones realmente valiosas y significativas que nos van a retar cada vez más a ser mejores con todo lo que vivimos, sentimos y somos.

Esa honestidad y transparencia con la que abordamos las cosas, inclusive puede llegar a ser tan valiosa como la verdad cuando esta no puede ser confrontada con hechos, porque la verdad pasa a ser la consecuencia, y es el proceso que se ha asumido claramente lo que tiene un gran valor en si mismo.

Puede que no sea nada sencillo buscar esa verdad para nosotros y con nosotros mismos, sin embargo, es un camino cierto hacia el desarrollo, crecimiento y progreso que todos merecemos. Nuestra vida está en constante cambio y podemos sacar el mejor provecho de ese cambio, pero si no podemos desprendernos del pasado y de esa manera de sentir/pensar/actuar que nos ancla, será imposible construir un futuro de verdad.

Zalman Ben-Chaim

@Zalman5K

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