MODO AVIÓN

Por: Schneur Zalman Ben-Chaim

Amo viajar, creo que es un placer que tal vez todos disfrutamos y compartimos, la oportunidad de ver otro cielo, respirar otro aire, ver otras personas y sus costumbres, comportamientos y costumbres, me resultan apasionantes.
En muchos de estos viajes, cuando el transporte es aéreo, siempre se nos pide que nuestro teléfono esté en modo avión, una función de nuestro teléfono móvil con la cual estamos ya familiarizados. El objetivo, es que la señal de nuestro móvil no interfiera con las señales que debe emitir y recibir el avión para poder maniobrar de manera correcta mientras se eleva por encima de las nubes y nos lleva a destino. Así que sin problema alguno, seguimos las instrucciones del piloto y mientras llegamos a nuestro destino, nos quedamos en modo avión.
Estamos cerca de la mitad del mes de Abril del 2020, un año que sin duda no vamos a olvidar sin importar nuestra edad, no solo por lo fácil que resulta tenerlo en mente por la cifra cerrada, sino por el llamado que la vida misma nos ha hecho a todos, sin importar genero, raza, edad, nacionalidad o condición social, para que entremos en modo avión.
Durante generaciones, creímos ser la especie dominante, pasando por encima de todo y de todos, y ahora el universo, la vida y el planeta nos han hecho un llamado para replantearnos las cosas. En vez de desarrollar una conciencia colectiva que nos ayudara a generar mayor empatía con nuestro entorno, nos dejamos distraer por un ego colectivo que ha generado una gran distorsión en nuestra vida, haciendo que le pongamos precio a todo y olvidemos el valor de lo importante.
Nos conectamos con ambiciones superfluas que lejos de llenar lo que somos lo desdibujaron, nos dejamos distraer tanto que necesitamos de que algo nos sacudiese para tratar de entender que debíamos hacer un cambio.
Es por eso que todo esto que esta sucediendo a nivel global (creo yo), no es más que un llamado a que aprovechemos esta oportunidad para ponernos en Modo Avión, para apagar esa señal que interfiere en lo que realmente somos, para volver a entender el valor de lo esencial, de lo trascendental y fundamental en nuestras vidas, y no solo dejarnos llevar por lo vacío y superficial.
Desconectarnos de las ambiciones del ego, de las trampas que creamos a través de prejuicios sociales, de la ceguera que nos permitimos tener ante el dolor y angustia de los demás, para así permitirnos llegar a un mejor destino, elevando lo que somos o al menos, lo que hemos creído hasta ahora ser, para entender nuestra vida de una manera más completa, con más brillo y profundidad, sin depender de la superficialidad para ir tan alto como queramos llegar.
Y no es una desconexión eterna, pero si necesaria, lo suficiente para que podamos establecer para nosotros y entre nosotros, un nuevo equilibrio, uno donde la empatía, generosidad, sinceridad, lealtad y demás virtudes de nuestro ser se puedan manifestar como algo cotidiano, y no como un brillo efímero del día a día.
Ojalá que ese nuevo equilibrio, si haga que la desconexión de la negatividad, la envidia, la avaricia, el orgullo, el rencor y el ego sea definitiva, tanto en lo que a nosotros corresponde, como con las personas que nos rodean, porque lo que no suma, siempre resta, y al final, es una distorsión e interferencia para el viaje de nuestra vida.
Tal vez el sentido de todo esto sea que podamos aprovechar nuestro tiempo para que sin excusa, podamos entrar en Modo Avión, quitando la interferencia y permitiéndonos conectarnos con lo verdaderamente importante y esencial, y que si este es un año que no vamos a olvidar, que lo podamos recordar con aquel donde pudimos aclarar nuestra visión frente a la vida, nuestro papel en ella y nuestra conexión con todo y todos los demás (finalmente es el 2020, como la visión ideal de nuestros ojos 20/20… nada es casual).
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