RESIGNACIÓN


Hay una diferencia sustancial entre resignarse y adaptarse y básicamente es que aquella persona que se resigna muere (lenta y dolorosamente mientras se le pasa la vida), y quien se adapta evoluciona, aprende de la situación y encuentra la manera de avanzar, crecer y mejorar.
Y aunque viéndolo así parecería obvio que lo que se debe hacer es buscar adaptarse a toda costa, lo habitual es que la mayoría de personas decidan resignarse, en uno o tal vez en todos los aspectos de su vida. Resignarse a depender de su idea de estabilidad, de su empleo actual, a creer que no puede soñar, o limitarse por lo que cree es su realidad, cuando normalmente eso es solo un momento circunstancial; resignarse a soportar lo que siente no debería soportar, ya que no encaja con lo que es, lo que vale y lo que merece; o peor aún, resignarse a callar aquello que piensa y siente por miedo a ser juzgado, agredido o silenciado (como se ha visto en Colombia y en muchos lugares del mundo, en donde quienes tratan de presentar evidencias de cosas que no son ni legal ni éticamente correctas, son perseguidos por todos los medios e incluso asesinados para lograr silenciarlos).
La resignación es el camino fácil ante cualquier contratiempo o dificultad. Por otro lado, el adaptarse requiere de varias características que no son tan sencillas de aplicar ya que cualquiera de ellas requiere un cambio en la manera en la que vemos y hacemos las cosas, más aún cuando el objetivo de todo debe ser adaptarse sin perder aquello que eres, que te hace único y es eje de tu personalidad.
Esto no quiere decir que se deba ir contra corriente, peleando con el mundo entero y llevando la contraria a todo lo que se vive, tan solo para no caer en el desasosiego y agonía que significa la resignación, sin perder lo que somos. Quiere decir, tratar de buscar un punto medio que nos permita expresar lo que somos, sentimos y pensamos, entendiendo que aunque todo se puede, no todo resulta conveniente para nosotros. Tampoco quiere decir que aquello que consideramos no conveniente para nosotros, sea malo o deba ser juzgado, simplemente es algo que aunque no compartamos, debemos respetar, y dejar pasar.
Adaptarnos requiere que podamos tener la fuerza suficiente para dar un paso más allá de lo que nos desagrada, pero también la claridad mental necesaria para evaluar con sensatez, las razones que llevan a que eso no cuadre con nosotros, de manera tal que podamos aprender la lección que la vida nos quiere enseñar, y así podamos avanzar sin tener que tropezarnos con la misma piedra una y otra vez.
Por ninguna circunstancia debemos resignarnos ante las eventualidades de la vida, ante las opiniones de otros y/o sus puntos de vista, pero particularmente ante nuestros miedos. Esos miedos no van a desaparecer por arte de magia. Lo que debemos hacer es adaptarnos, entender que son parte de nosotros y aprender de ellos, usándolos a nuestros favor y viviendo la vida que nos merecemos aún a pesar de ellos, y de cualquier otro tipo de vuelta que de la vida, porque más que nuestra supervivencia, es nuestra evolución (en todos los aspectos) la que esta en juego.
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